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jueves, 12 de marzo de 2015

Capítulo 6

Sus manos me masajean las nalgas mientras mis brazos están enroscados a su cuello. Si no me controlo, creo que podría estrangularle del deseo que tengo por sentirle más cerca.

Comienza a caminar en dirección a su habitación, que se encuentra en la planta baja. Tropezamos brevemente al llegar a la puerta, en un intento de abrirla sin dejar de besarme y, tras maniobrar ligeramente, lo consigue. Según entramos apoya mi espalda contra la pared al tiempo que sube sus manos a mi cara. Las yemas de sus dedos están cosquilleando en mi nuca, por debajo de mi pelo. Atrapa mi labio inferior entre sus dientes, y lo va deslizando mientras echa la cabeza hacia atrás.

-Todavía estás a tiempo de que paremos –me dice en un susurro. Niego con la cabeza y le aparto las manos del cuello para desatarme los botones de la camisa. Veo como se le oscurece la mirada al tiempo que ésta se va abriendo para revelar mi ropa interior negra de encaje. 

Pasa sus labios con mi cuello, dándome ligeros mordiscos hasta llegar a mi barbilla, donde sigue besándome. Cuando tengo la camisa completamente abierta, la dejo caer por mis brazos, quedándose amontonada sobre la curva de mi culo apoyado contra la pared. Se separa de ésta, haciendo que la tela caiga al suelo. Desenrollo mis piernas de su cintura mientras él va deslizándome a lo largo de su cuerpo para dejarme sobre el suelo. Cuando mis pies tocan tierra, alargo mis manos para desatarle la suya. Al tiempo que voy deshaciendo los botones, mis nudillos rozan su pecho, y siento que me arden las manos en las zonas en las que nuestra piel está en contacto. Cuando llego a su estómago, me quedo observando como un paquete de abdominales hace presencia. Se me corta la respiración. Consigo desabotonarle la camisa y ¡Dios mío! Ahí está la V que continúa por debajo de sus pantalones. Le pongo las manos en los pectorales, que son la combinación perfecta entre duros como el acero y suaves como la seda. Subo las manos hasta sus hombros y voy empujando la camisa a lo largo de sus brazos, acariciándoselos en el proceso. Él suspira audiblemente y vuelve a agárrame la cara con ambas manos para besarme duramente. Comienza a avanzar hacia atrás sin soltarme la cara, hasta que choca con la cama en la parte de atrás de sus piernas. Entonces se sienta, dejándome a mí de pie entre sus muslos. Sus brazos rodean mis caderas, y comienza a darme besos entre ambos pechos, deslizando la lengua a lo largo de mi estomago.  Me estremezco, haciendo que la piel se me ponga de gallina, y sofoco un gemido. Mi cabeza cae hacia atrás mientras él continua haciendo su recorrido por mi estómago con los labios. Sus manos se deslizan hacia delante, y comienza a desatarme los pantalones. Yo tengo que apoyar mis manos sobre sus hombros para no perder el equilibrio. Bajo mi cabeza y me encuentro con su mirada penetrante. Entonces, sus manos comienzan a bajar mis pantalones, suavemente, deslizándolas por dentro de estos mientras acaricia la piel de mis caderas y piernas. Cuando los siento a la altura de los tobillos, me bajo de los tacones y los saco de los pies con una suave patada. Estoy en ropa interior, la que compré hace un tiempo para ocasiones especiales, delante del que probablemente sea el hombre más guapo del mundo. Me siento ligeramente expuesta, a pesar de que sus ojos me dicen que le gusta enormemente lo que ve. El aire se desliza de entre mis labios lentamente cuando él se levanta permitiéndome que le desabroche los pantalones. Se quita los zapatos y los calcetines, de modo que, cuando se incorpora, comienzo a soltarle el cinturón, seguido por el botón del pantalón y la cremallera. No puedo apartar la vista de su magnífico cuerpo mientras consigo deslizarle los pantalones fuera de las piernas. Ahora ambos estamos en ropa interior, de pie el uno frente al otro, observándonos intensamente. Nunca he estado con un hombre tan sumamente atractivo. Las fotos de internet no le hacen justicia. Tiene todos los músculos marcados, desde los hombros anchos hasta la estrecha cintura, seguido por unas piernas terriblemente largas y bien torneadas. Lleva unos calzoncillos blancos de Calvin Klein, como los que usaba en la foto que me enseño Sara en la revista. No me puedo creer que me vaya a acostar con un hombre que hasta hace menos de una semana era un total desconocido, famoso, modelo y, seguramente, perseguido y codiciado por cientos de mujeres. Y él se siente atraído por mí. Por el bulto contenido en la parte delantera de sus calzoncillos puedo afirmar que muy atraído. 

Levanto la vista, después de hacer un examen exhaustivo de todo su cuerpo y él está sonriendo ligeramente. Comienza a colocar sus brazos alrededor de mi cintura, pegándome a él. Siento el calor que irradia su cuerpo contra el mío, y creo que nunca en la vida he tenido unas ganas tan terribles de arrancar unos calzoncillos. Su erección esta presionada contra mi vientre y, de verdad, si no comienza a darse prisa voy a tener que empujarle para que vuelva tocarme de nuevo. Sus manos se desplazan hasta el cierre trasero de mi sujetador y con un suave movimiento lo libera. Sube las manos hacia mis hombros, tirando de los tirantes por mis brazos haciéndome cosquillas mientras los desliza fuera. Se sostiene tapando mis pechos ya que su cuerpo aún está presionado contra el mío, así que doy un paso hacia atrás haciendo que caiga a mis pies. En todo momento nos mantenemos en silencio. Él me mira, al tiempo que arrastra sus manos hacia arriba por mis brazos, hasta mesarme los pechos. Solo su mirada ha hecho que mis pezones se pongan duros como piedras. Estamos besándonos con furia de nuevo, y tengo que agarrarme a sus bíceps para no perder el equilibrio, ya que cada vez me resulta más difícil introducir aire en los pulmones. Una de sus manos se desliza hasta llegar a mi cintura, empujándome hacia delante, de manera que ahora vuelve a estar sentado en la cama, conmigo a horcajadas. Sin despegar sus labios de los míos, se desliza hacia atrás para quedar sentado con la espalda apoyada contra el cabecero de piel negra cuadrado que preside la cama. Ahora sus manos están apretadas en mi cintura y las mías alrededor de su cuello. En un rápido movimiento, me hace girar, de manera que soy yo la que está tumbada en la cama. Me separa los mulsos con ambas manos y se coloca entre mis piernas, que se han enrollado alrededor de sus caderas como si tuvieran vida propia. Sus labios comienzan a bajar por mi mandíbula, hasta llegar al cuello, deteniéndose en el hueco que hay debajo de mi oreja. Empieza a mordisquear esa zona y mi espalda se arquea haciendo que mi pecho se presione contra el suyo. Continúa un camino descendente por mi cuerpo con los labios, hasta llegar a mis pechos. Empieza a mordisquear mi pezón derecho, mientras juguetea con el izquierdo entre los dedos índice y pulgar. Se me escapa un gemido de los labios y él suelta mi pezón para deslizar su mano entre mis piernas. Comienza a acariciarme por encima de las bragas. Madre mía, sus dedos son maravillosos. Mete una mano dentro de mi ropa interior y juguetea con mi clítoris al tiempo que introduce un dedo en mí.

-Mmm, tan mojada –susurra él contra mis labios con una sonrisa maliciosa mientras sus ojos me devoran cargados de deseo.

Se incorpora de rodillas entre mis piernas para quitarme las bragas. Introduce los dedos en la goma de éstas y comienza a deslizarlas lentamente por mis piernas. Ahogo un gemido cuando siento, sin previo aviso, que su boca está sobre mi sexo. Estiro las manos para sujetarle el pelo mientras él juguetea con su lengua entre mis pliegues.

-¡James! –grito entre sofocos agarrándole cada vez más fuerte del pelo. Menos mal que había sido previsora y me había depilado bien ahí abajo.

Levanta los ojos para mirarme mientras desliza un dedo en mi interior. Me incorporo en los codos para mirarle, porque, Dios mío, todavía no me creo lo que estoy haciendo con este hombre. Introduce un segundo dedo y continua el movimiento dentro y fuera de mí sin parar de acariciarme el clítoris con la lengua. Le agarro de los hombros, tirando de él de vuelta hacia arriba, para poder besar sus labios. Siento mi sabor en su boca, y, ¡madre mía! Eso me excita aún más. Le obligo a rodar empujándole el pecho para que se tumbe sobre su espalda, y me siento a horcajadas sobre sus piernas sin dejar de besarle. Deslizo mis labios por sus mejillas, hasta llegar al lóbulo de su oreja, que mordisqueo. Él coge mis caderas con ambas manos clavando sus dedos en mi carne. Sigo un curso descendente, pasando por su cuello, clavícula, pectorales, estómago hasta llegar a sus calzoncillos. Tiene una línea de pelo que desciende desde su ombligo hasta perderse por debajo de su ropa interior y eso, unido a los oblicuos que continúan su trayectoria descendente, me hace pensar que está demasiado vestido. Comienzo a agarrar la goma de sus calzoncillos, tirando de ellos hacia abajo. La cabeza de su erección aparece justo cuando he introducido los dedos levemente para comenzar el proceso, y ¡dios mío! Me quedo totalmente sin palabras. Se me escapa la lengua, así que ahora estoy recorriendo toda su longitud con suaves lamidas. Él gime ruidosamente, y estira los brazos agarrándome de las axilas para que vuelva a subir mi cabeza hacia la suya. Mete una mano entre mi nuca y mi pelo y me atrae hacia él, besándome con vehemencia. Su lengua está impaciente por introducirse en mi boca, y yo la acepto gustosamente. Seguramente este sea el polvo más erótico que he tenido en toda mi vida. Ni siquiera me gustaba hacer mamadas, madre mía, pero no he podido controlar a mi propia lengua para que se quedara dentro de la boca. Él alarga una mano hacia la mesilla de noche que se encuentra a un lado de la cama, y abre un cajón. Supongo que está buscando un condón. Me tiende un paquetito plateado que abro rápidamente y comienzo a deslizarlo a lo largo de su polla. Cuando está bien colocado me levanto sobre mis rodillas, para estar sobre su erección y me voy deslizando introduciéndole en mi interior. Se nos escapa un gemido de satisfacción a ambos.

-Alba- susurra.

Él se incorpora, de modo que ahora está sentado. Nos empuja a ambos hacia atrás para que se pueda apoyar en el cabecero de la cama. Vuelve a besarme con pasión, mientras que, con sus manos en mis caderas, me ayuda a dirigir los movimientos. Me deslizo de adelante hacia atrás, de manera que mi clítoris se roza con su piel y no puedo parar de gemir.

-Madre mía – grito. Tengo las manos apoyadas en sus hombros y la cabeza echada hacia atrás, y él está jugueteando con mi cuello al tiempo que nos movemos el uno sobre el otro.

Sin separarnos, me coloca de espaldas en la cama, y comienza a mover las caderas contra mí duramente.

-¡Más fuerte!- logro decir entre gemidos.

Comienza a moverse más fuerte, mientras su pene golpea contra las paredes de mi vagina. Es el mejor sexo que he tenido en toda mi vida, eso seguro. Este hombre es una maquina sexual, por dios. Desliza una mano entre nosotros, y mientras sigue penetrándome con fuerza empieza a acariciar mi clítoris.

-No puedo más –grito- pero no pares. Más rápido.

Él gime como respuesta, y entierra la cara en mi cuello mientras aumenta la velocidad y la fuerza de cada envestida.

-Me voy a correr –dice- ¿te queda mucho?

-Noooo –grito cada vez más fuerte.

Sus movimientos se hacen aún más feroces si cabe, y una corriente que empieza en la base del estómago me invade todo el cuerpo haciendo que cierre los ojos y entierre la cabeza en la almohada. Ambos llegamos al orgasmo entre gritos y gemidos y él se desploma sobre mí, con la cabeza aún en mi cuello.

Ambos jadeamos. Puedo sentir los acelerados latidos de su corazón contra mi pecho, y supongo que él siente los míos. Estamos sin aliento, respirando con dificultad, esperando hasta que nuestros corazones se tranquilicen. Levanta la cabeza de mi cuello para darme un tierno beso en los labios mirándome directamente a los ojos.

-Eso ha sido alucinante –dice aún resoplando por el esfuerzo. Tiene las raíces del pelo mojadas de sudor, y creo que nunca me ha parecido tan sexy un hombre sudado.

Estiro la mano para acariciarle el pelo mojado, deslizando mis dedos entre los mechones. En todo momento nuestros ojos se sostienen la mirada.

-Alucinante se queda corto, James –digo en un susurro. Me da un beso en la punta de la nariz y sale despacio de mi interior, situándose a mi lado en la cama, pero arrastrándome con él, para que mi cabeza repose sobre su pecho.

Oigo los todavía rápidos latidos de su corazón, que empujan contra mi oído. Le abrazo, pasando una mano por su estómago, y rodeo una de sus piernas con la mía. Él me atrae más cerca envolviendo mi espalada con uno de sus brazos mientras que su otra mano coge la mía que ahora descansa sobre su pecho.

Me doy cuenta de que es la primera vez desde que rompí con Javi que no he pensado en él mientras me acuesto con alguien. La idea me aterroriza un poco por lo que implica. Creo que me estoy enamorando de éste hombre y no puedo remediarlo. La mano que descansa sobre mi espalda empieza a deslizarse de arriba abajo haciéndome cosquillas, que consiguen relajarme hasta hacer que mis ojos se cierren. Respiro profundamente, intentando memorizar su olor en mi cabeza. Masculino y limpio. Siento como se quita el condón, anudándolo y dejándolo sobre la mesa, pero me siento demasiado cansada como para abrir los ojos. A continuación nos tapa con el edredón y lo último que escucho antes de quedarme dormida es su suspiro de satisfacción.

*************

Me despierto sobresaltada y algo desubicada. Rápidamente, hago un barrido de la habitación en la que me encuentro y suspiro aliviada al recordar dónde estoy. Entonces me doy cuenta de qué es lo que me ha despertado. James está hablando en sueños, mientras me aprieta más fuerte contra sí. Durante la noche, nos hemos ido girando hasta quedar haciendo la cucharita. El agarre que ejerce sobre mi estómago se hace más duro, y me asusto un poco cuando le oigo gemir de dolor.

-No te vayas- dice lloriqueando.

Decido despertarle, porque aunque esté durmiendo no descansará si está teniendo una pesadilla.

-James –le sacudo un poco los hombros. –Despierta, es solo una pesadilla- le zarandeo un poco más, pero no abre los ojos. Sigue aferrado a mí con tanta fuerza, que ahora sí que me está haciendo daño.- James, por favor-grito- ¡Me haces daño!

Abre los ojos de repente y suspira aliviado al verme junto a él.

-Alba –la palabra se escapa de entre sus dientes como un susurro y no sé si está completamente despierto o sigue en su trance a causa de la pesadilla.

-James, estoy aquí –le acaricio la frente, que ahora está empapada de sudor, apartándole los mechones más largos.

Me abraza fuerte, pero ya no me hace daño. Es un abrazo cariñoso y tranquilizador, no como antes que era totalmente desesperado.

-Lo siento si te he despertado –dice al cabo de unos segundos.

-No te preocupes, volvamos a dormir- le doy un beso en el pecho y nos volvemos a dormir entrelazados.
                                                           

6 comentarios:

  1. Maaaadre como ha subido la temperaturaaaa!

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  2. Hola!!
    Vaya uffff, tengo que leer tu historia desde el inicio. Me quedo por aquí. Besos!

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    Respuestas
    1. Hola! Jajaja síii.. Que leer este cap el primero es un poco heavy! Jajaja un besiiito y bienvenida :):)

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  3. Vaya subidón, ¿no? jajajaja
    Sigue así guapa!!!
    ¡Un besazo!
    PD: ¡Sorteo en mi blog con 6 ganadores a nivel nacional (españa) y 3 internacionales!

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